+//Casting para Tessa Pierce //+

Uno, dos, tres...paso, paso,paso.

Caminar todas las mañanas las mismas calles desde que llegué a este lugar comenzaba a volverseme rutina, pero no podía negar que amaba caminar por las mañanas para activar mi día casi tanto como si todo a mi alrededor dependiera de ello.Mucha gente piensa que mi llegada es extraña y que me siento incomoda en ocasiones,lo cual es correcto, pero a mi me ajusta sentirme bien conmigo misma para ser feliz y no me presiono en llevar la vida corriendo, lo bonito de todo es que siempre disfruto de aprender algo nuevo en los múltiples caminos que recorre mi vida, siempre le sonrió a la tempestad con mi inquebrantable fe en algo superior.

Sonreír y saludar a los que pasan, a los pocos que conozco saludarlos más efusivamente, o en su caso, conocer a los que no tenía la suerte de haberme topado antes. Sí, amaba caminar, yo y mis pasos comúnmente proseguidos por una canción que se plantaba en mi cabeza para no abandonarme durante mi feliz recorrido , mientras mi hombro izquierdo cargaba la bolsa con una botella de agua y mi mano derecha jugueteaba incansable con el dije en forma de cruz que siempre colgaba como pegado a mi cuello.

Las caminatas siempre son como los libros, nadie espera nunca el final y no se puede saber su destino hasta que lo encuentras, pero son mágicas por que te pueden hacer morir de risa, amor o derrumbarte en llanto con un solo paso.

Una de mis políticas es siempre al final de la calle revisar la senda que deje atrás, no puedo describir como se siente ver el paso de mi andar cuando quedan huellas como si fueran interminables pero al final del día la vasija de los anhelos esta vacía, y en la cúspide siempre estoy feliz, por que aunque me cansa de vez en vez, ese es mi mundo y soy la mejor en lo que hago.

Hay días calmos donde la gente es amable y jovial, otros más turbios como hoy, donde de repente todo se vuelve prisa y la multitud parece querer empujarme de manera inexorable en dirección contraria a la que tengo que yo quiero ir.

En momentos como este es cuando agradezco tener una figura tan menuda, que me permita escabullirme a través de huecos que habrían sido imposibles de haber medido unos cuantos centímetros más. A pesar de lo que pueda parecer yo disfruto de pasar desapercibida, por ello no me molesta si la gente no me ve cuando paso. Al contrario, disfruto yendo de aquí para allá esquivando cuerpos, brazos y piernas mientras contemplo cada lugar, para al final, volver a casa y prepararme para la rutina del día.


Contra todo pronóstico, conseguí detenerme en un establecimiento, Un lugar donde suelen vender un café realmente exquisito cuyo aroma puede olerse a varias cuadras a la redonda y me percaté de que en efecto este era mi destino.La campanilla sonó cuando pase la puerta y mis pasos con tenis se proclamaron por sobre la madera antes de recargarme en la meseta y esperar que alguien apareciera para servirme.No parecía haber nadie o estaban ocupados, me alce el cabello con una liga por el calor mientras aguardaba aún y estaba en eso cuando lo vi aparecer, como siempre, gallardo e imponente. Sonríe como toda la vida, como si nada pudiera salir mal y el fuera el único hombre en el universo.

-Buenos días Alec-

Salude adelantándome a que sea el quien me hable como siempre, esperando con una mirada inquisidora y una enorme sonrisa, a que apareciera alguien y me recibiera con mi orden de café, para poder así retirarme sin más.